jueves, 7 de enero de 2010

Mi encuentro con Dalí por Alicia Iusim.



Mi entrevista exclusiva con Dalí


“Que no conozca el significado de mi arte, no significa que no lo tenga”

Salvador Dalí

Por Alicia Iusim
Cuando una mañana primaveral de 1974, recorriendo Cataluña, decidí llevar a mis amigos uruguayos a conocer Cadaqués en la frontera este con Francia, no imaginé que iba a vivir una experiencia para muchos única. Hacía unos 3 meses que había dejado Uruguay para vivir lejos y por la mía, pese al temor de mi padre de que sería difícil que lo lograra.

Salimos de Barcelona temprano en la mañana, y fue un trayecto largo pero bello como pocos. Fuimos por la ruta que bordea el mar dejando de lado la rápida e impersonal autopista. Al irnos acercando a la playa (balneario para nosotros) empezamos a remontar montañas cada vez más altas y empinadas, hasta llegar casi a la cima y comenzar a descender en zigzag. Entonces vislumbramos el Mediterráneo nuevamente, y allí estaba, la famosa y hermosa Cadaqués, pequeña, con pequeñas callejuelas que mostraban su antigüedad.

Ya instalados en un barcito bajo el sol, y viendo a los turistas de todas partes del mundo fotografiar el lugar, pero fundamentalmente enfocando sus cámaras hacia abajo, o sea Port Lligat, feudo del famoso Salvador Dalí, decidí en un instante que quería verlo y entrevistarlo. Así que frente al asombro de mis amigos, empezamos a caminar ladera abajo, donde se agolpaban los turistas detrás de unos muros bajos que protegían el dominio de la casa del pintor

Mis amigos me decían (y pensaban) que estaba loca, que jamás lograría verlo. Hice caso omiso de sus comentarios y caminando cada vez más de prisa me abría paso entre muros, árboles, senderos y gatos (a los que les tengo pánico!)

La casa era enorme y con múltiples accesos de entrada. Entonces vi una puerta rústica de madera pintada de amarillo sol. Golpeé con el puño mientras mis amigos me rogaban salir de allí lo antes posible, es ahí cuando se abre la puerta y tuvimos frente a nosotros al gran artista.

-Buenos días, se encuentra Salvador Dalí? Pregunté frente a la mirada atónita del pintor de los bigotes.

El preguntó, -de dónde es usted?

-Soy periodista, vengo de Uruguay y quiero entrevistarlo.

-Salvador Dalí soy yo. Así que viene de Uruguay?, y repitió 3 veces seguidas el nombre del país, como si no tuviera otra cosa que decir..

-Bueno, pase por favor….

Hasta que en ese momento un monumento de mujer (que en realidad era un travesti) llamada Amanda Lear apareció en escena y pasándole un brazo por los hombros le dijo:

-querido, pero si me estabas pintando!.

Un Dalí titubeante se excusó dejando la entrevista para el día siguiente a las 7 de la tarde.

Emprendimos la retirada pero yo ya no era la misma. En mi cabeza se agolpaban todas juntas las frases irónicas, irreverentes y muchas veces estúpidas del pintor. ¿Cómo lograría hacerle una entrevista que tuviera cierto hilo conductor si los más importantes periodistas del mundo no lo habían logrado nunca?

El camino de regreso a Barcelona se hizo eterno, pensando en las posibles maneras de abordarlo sin quedar en ridículo.

Por supuesto que no dormí esa noche, sin soltar la libretita donde iba apuntando todo lo más original que se me iba ocurriendo. Hasta que dije basta, que sea lo que sea, que salga todo espontáneamente tal como había sido mi primer abordaje al pintor.

A mediodía partimos recordando el largo recorrido por las montañas que nos llevarían a Cadaqués. Llegamos 10 minutos adelantados que aproveché para tomarme un apurado coñac que me diera el coraje que un día antes había surgido espontáneamente en mí.

Nos internamos temerosos y nerviosos en Port Lligat, y llamo a la puerta esta vez con mi mano un tanto transpirada. Esperamos y abre la puerta una mucama uniformada, que con fría cortesía nos hace pasar a la mansión hasta bajar una escalera que nos conduce al estudio de Dalí. Allí estaba, pintando un mural con Gala de protagonista, aunque ella no se encontraba.

Hace un alto y me acerca él mismo un banco para que me sentara, y mirándome fijamente elogió mi perfil y mi belleza según sus exactas palabras. Por supuesto que me había producido minuciosamente para este encuentro, pero ese piropo no lo esperaba ni en sueños, y en vez de agradecerle me quedé cortada, más sorprendida que halagada.

Él sigue pintando y pronuncia lo inesperado:

-Bueno, cómo ya sabe, sólo 3 preguntas ya que en 10 minutos se da por finalizada la entrevista.

Me quedé de una pieza, esto sí que no lo esperaba. Mi amigo Roberto, qué hacía las veces de fotógrafo, me miró aterrorizado y empapado en sudor.

Comencé preguntándole algo trillado sobre la juventud y la pintura, a lo que él respondía mecánicamente. Yo hice una pequeña intervención, y se puso a contarme que nunca había sido más feliz que cuando había estado preso en la época de Primo de Rivera, que la libertad era angustiante, y una serie de disquisiciones filosóficas . Entonces le digo, Dalí, -usted se equivoca, la libertad….. y dejando los pinceles toma un banquito, lo pone frente a mí y me desafía:- Veamos quién es más inteligente, si usted o yo.

Yo no daba crédito a lo que estaba sucediendo, pero se dio que empezamos a filosofar casi con pasión sobre el sentido de la existencia y la libertad, hasta que en un momento determinado me dijo con todas las letras que toda la gente, sin excepciones era una mierda. Y yo le pregunto con falsa inocencia, -incluso Gala?

Entonces Dalí mira el reloj y casi enfurecido me dijo, - se da cuenta? Debían se 10 minutos y hace mas de 45 que está usted aquí, Se terminó la entrevista.

Posamos para las fotos, y agradeciéndole su tiempo le regalé un paquete de cigarrillos NEVADA que mis padres me habían enviado a través de mis padres. -Yo no fumo, pero a Gala seguramente le van a encantar.

Subimos y dirigiéndose a su enorme jardín, corta el mismo una hermosa flor de tallo largo que me obsequia ceremoniosamente.

De Dalí me quedaron 2 cosas: la flor que duró más de un mes en un improvisado florero , y la sensación de haber estado con un hombre más que genial, agobiado y cansado de tanto repetir al mundo sus genialidades, como si fuera esto lo que el mundo esperaba de él.

.”La única diferencia entre un loco y yo, es que el loco cree que está sano, y yo sé que estoy loco”

El artista agobiado

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