miércoles, 20 de enero de 2010

Miles de cristianos ortodoxos celebran la Epifanía


Miles de cristianos ortodoxos celebran la Epifanía

Miles de cristianos ortodoxos acudieron esta semana al Río Jordán para celebrar la Epifanía en el lugar donde la tradición sitúa el bautismo de Jesús por Juan el Bautista.

Como cada año, la delicada ubicación del lugar -en la frontera entre Jordania y Judea y Samaria- impidió a los fieles sumergirse en el bíblico río, pero no quitó devoción al momento, donde proliferaron las oraciones, cánticos religiosos y bailes.

En cambio, el frío y la lluvia, recién llegados a la zona tras semanas de clima casi primaveral, sí desmotivaron a muchos de ducharse o sumergirse en las piletas llenas de agua del Jordán.

El mal tiempo también redujo el número de asistentes que no alcanzó los 15.000 ó 20.000 inicialmente estimados.

"Los turistas que viajaron hasta aquí para la ceremonia vinieron igual, pero parte de los cristianos locales prefirieron quedarse en casa", explicó Yael Zilberstein, de la Autoridad Israelí de los Parques y la Naturaleza, que gestiona el lugar.

Aunque muchos de los participantes habían llegado desde distintos puntos del planeta, también había palestinos cristianos -que siguen sobre todo el rito oriental- e israelíes que emigraron al país al poseer al menos un abuelo judío pero reconocen a Jesús como el Mesías.

Se trata de seguidores de ritos, como el ortodoxo ruso, greco-ortodoxo, armenio, copto, sirio o etíope, que celebran la Epifanía el 18 y el 19 de enero, a diferencia de la Iglesia Católica romana, que lo hace el 6 del mismo mes.

El ritual comenzó en el pequeño Monasterio de San Juan, a cientos de metros del río, con una misa oficiada por el patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, Teófilos III.

En la ceremonia, el patriarca bendijo en varias ocasiones al apenas medio centenar de personas mientras escuchaba pasajes bíblicos con la mirada perdida.

Después, los fieles marcharon hasta la orilla en una procesión liderada por sacerdotes y animada por los tambores de boy-scout.

Una vez allí y bajo la atenta mirada en cada orilla de soldados jordanos e israelíes, el Patriarca lanzó al agua tres palomas blancas, mientras otro numeroso grupo de fieles presenciaba la escena desde el lado jordano del río.

El lugar, donde la tradición no sólo sitúa el bautismo de Jesús, sino también la entrada en la Tierra Prometida por el pueblo de Israel y el ascenso al cielo del profeta Elías en un carro de fuego, está rodeado de minas y es considerado por Israel zona militar cerrada desde la Guerra de los Seis Días, en 1967.

Israel, que restringe el acceso al lugar a visitas concertadas cuatro días por semana, pretende ahora abrirlo de forma permanente para promover el turismo religioso, una de sus apuestas económicas. "Planeamos hacerlo esta primavera", señala Rafi Ben Hur, director general del Ministerio de Turismo israelí, que invirtió ocho millones de shékels para remodelar el sitio. EFE y fuentes propias

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